Cronica
Tomás Palma Sánchez
El sacrificio de un hombre, probablemente inocente, pudo ser evitado por cualquiera en el pueblo pero nadie lo consiguió.
En agosto, seis meses antes del fatal desenlace que dejó al pequeño pueblo caribeño conmocionado, llegó un joven de nombre Bayardo San Román, un ingeniero adinerado, en busca de esposa.
Según refiere la propietaria de la pensión donde se alojaba, quedó cautivado por una joven lugareña llamada Ángela Vicario nada mas verla y decidió convertirla en su esposa.
Se ganó rápidamente la simpatia de los vecinos y entre ellos, se encontraba la familia Vicario, puesto que dada su precaria situación económica, veian en ese matrimonio la solución a sus dificultades económicas.
La fiesta nupcial, celebrada un domingo, fué un auténtico derroche como coincidieron en afirmar todos los vecinos preguntados.
Los novios se retiraron del banquete a las seis de la tarde a su hogar conyugal. En la noche de bodas, el novio descubrió que la novia no era virgen. Se sintió deshonrado y llevo a la novia de vuelta al hogar paterno, donde ésta sufrió el interrogatorio de su familia y aseguró que el cumpable de su deshonra era Santiago Nasar.
Sin dar a su víctima oportunidad para defenderse, los hermanos Vicario expresaron su intención de matarlo.
El pueblo estaba revolucionado por la boda y por la llegada del Obispo al dia siguiente.
Mientras tanto, Santiago Nasar ajeno a todo, regresó a su casa después de la fiesta y a las cinco y media de la madrugada desayunó según cuenta la cocinera de su madre para salir a las seis en punto en dirección a la orilla del rio para recibir al Obispo.
A pesar de que en repetidas ocasiones los hermanos Vicario anunciaron su intención de asesinarlo, el cocinero, el oficial de policia y el Coronel pensaron que era un farol.
Clotilde Armenta, propietaria de la lechería se lo contó al sacerdote, pero éste estaba muy emocionado con la llegada del Obispo y olvidó el aviso. Por otra parte, el Obispo no llegó a parar en el pueblo, algo que pudo cambiar el destino del joven Santiago Nasar, solo lanzó al aire su bendición.
Intentó hacer algo el alcalde Lázaro Aporte al pedir a los hermanos Vicario que le entregasen los cuchillos sin pensar que podian utilizar otros.
Carlos Bedoya reconoció que intentó sin conseguirlo buscar a su amigo para avisarlo pero no lo logró porque Santiago estaba en casa de su novia Flora Miguel. Al salir de allí, confuso pues su futuro suegro le dijo que lo querían matar, y oyendo como Clotilde le gritaba que corriese, se apresuró a llegar a su casa pero su madre había cerrado la puerta. No puedo entrar y los hermanos Vicario lo alcanzaron y lo acuchillaron. Eran las seis y cincuenta y ocho minutos según testimonios de los presentes.
Los hermanos Vicario ingresarion en prisión pero fueron absueltos tres años después.
No volvió a saberse nada de Bayardo San Román ni de Ángela Vicario aunque tras casi veinte años enviándole ésta cartas para rogarle que volviese, el volvió para quedarse.
Quizás pudo haber sido cualquier otro y no Santiago Nasar, pero lo que queda claro es que nadie lo evitó.
Como dijo el juez que investigó el caso, los prejuicios determinaron el destino fatal y sus armas fueron el rumor y la omisión, es decir, el mirar para otro lado.
Es irónico como una información tan crucial pudo circular libremente entre los habitantes del pueblo y nadie consiguió hacer nada.